Como sufrir un triatlón y no morir en el intento (by Sergi)

Domingo de carrera es igual a domingo de madrugón. A las 6:30, todos dispuestos en la piscina. Tras preparar el material en boxes y tratar de identificar nuestro verdadero chip sin conseguirlo vimos la primera salida del triatlón de Barcelona. Odio tener que salir en la segunda tanda puesto que no puedo disfrutar del triatlón de mis compañeros.

Tras una breve espera en la salida, nos lanzamos al agua, nada cristalina por cierto, y me meten un codo en la cara que me “gira las gafas” –literalmente- y descubro lo difícil que es nadar y ponerse de nuevo las gafas con la otra mano mientras te siguen repartiendo ‘mandobles’ por todos lados. Ya colocadas, soy yo el que empiezo a repartir, y aunque chiquitín, me sale el genio y alguno le tocó recibir. Después de los primeros metros, llegar a la boya y el consiguiente regreso a la playa se me hizo bastante plácido en lo que era el nado.

Al llegar a la playa la cosa estaba bastante ‘estiradilla’ y me lanzo a correr por la arena y la cuesta hasta los boxes. Primera transición rápida y me dirijo hacia el circuito de bici. Allí sufro como tres tíos (creo que Rossi, Pedrosa y Hayden) me pasan y claro, yo en bici no puedo engancharme a ellos.

Trato de marcar un buen ritmo hasta que me alcance un grupo decente. Aguanto dos vueltas a mi rollo hasta que llega el grupo de Ernest –y veinte tíos más- a un ritmo más rápido que yo, pero que metido entre ellos me llevan como los costaleros a su virgencita.

La tercera vuelta, aunque más rápida que las otras, se me hizo mucho más llevadera y me sirvió para descansar las piernas. Comenzamos a alcanzar a algunos doblados, entre ellos a Carlos al que no pude animar porque se me escapaba el tren.

Llegando a boxes, quise echar mano de la glucosa y ésta acabó por el suelo. Después bajé rápido de la bici y ésta se me descontroló dando un ‘cacharrazo’ con la rueda trasera contra las vallas, la rueda se me descentró y corrí por boxes arrastrando una bici con una rueda que no giraba. Mis hombros terminaron peor en esos cien metros que en la natación completa. La segunda transición con calma: coloco mi bici, zapatillas, casco fuera, gorra p’adelante.

Oigo como me animáis y siento una bonita sensación. ¡Gracias chicos! Veo a lo lejos a Ernest y decido ir a mi ritmo porque seguro que lo cogería, así fue tras dos quilómetros de carrera, justo en el momento que Carlos Gil nos dobla a los dos, -¡joér como tira ese tío!- a partir de entonces, mi cerebro se me derrite y comienzo a perder comba.

Me pasa Ernest y se me vuelve a escapar esta vez de forma definitiva. Doy la vuelta y me bloqueo. Camino diez pasos. Vuelvo a carrera. Ya hasta meta desanimado y un poco hundido. Cuando llego a meta y veo que sólo nos dan un botellín de agua y no hay más, me entra un ‘nosequé’ que me pone a 100.

Lo mejor de todo fue la calidad y la cantidad humana del Gavà Triatló que hace que valga la pena estar en un equipo como éste donde la gente sea tan guapa como vosotros. ¡Sois los mejores!

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