Dan la salida desde la Platja del’Arquitecte, Roberto y yo atrás de todo, como siempre, para no molestar. El agua está fresca. Son dos vueltas a cuatro boyas. Al principio manotazos… después tranquilidad. Y aburrimiento. El agua está tranquila pero turbia y no se ve nada, trato de avanzar lo mas recto posible, cumpliendo el trámite de nadar los 3.800 metros sin agotarme. Salgo el 99 del agua –de 200 aprox-. Estoy en la transición más lenta de mi vida, rebuscando calcetines, gafas de sol, comida, guantes en la mochila que con las prisas de la llegada no he podido preparar. Y empiezo a devorar los180 kms de carretera. Son 6 vueltas por una carretera de 15 kilómetros, ida y retorno por el mismo camino. Los dos primeros kms el firme está fatal, lleno de baches, agujeros, badens, rotondas… después siguen unos 13 kms de carretera en buen estado y asfalto muy pegadizo. Avituallamientos cada 15 kms. En el km 30 empieza a llover, la carretera se encharca, después el viento me frena la bici hasta 22 kms/hora.. y todo es llano ¡!!!. Sigue lloviendo, lloviendo. Al menos no hace calor. A la derecha de la carretera, arrozales inundados. A la izquierda, campos de arroz inundados. Ya no levanto ni la cabeza para mirar adelante, simplemente sigo la raya pintada de la carretera. La única ilusión que tengo es pasar cerca de boxes cada 30 kilómetros y que me animen la gente que allí están, especialmente Rosa, Sonia y Roberto… ¿Roberto? ¿Qué le habrá pasado a Roberto que ya no está en carrera?.
Me alimento de plátanos (3 enteros), 1 barrita energética, agua y isotónica. La media de velocidad va cayendo a media que el viento va subiendo y pasan los kilómetros. Creo que en las pruebas que hice en la autovia de Castelldefels fácilmente llegaba a 37 kms/hora, y ahora, de media voy sólo a 31….Probablemente no he ensayado lo suficiente la posición en mi nueva Cannondale. Sin embargo en todo el rato sólo me ha adelantado un ciclista mientras yo he adelantado a un montón: mejoro mi posición hasta el número 48. Me he pasado con la bebida y tengo que para a orinar dos veces. (éste año no me deshidrataré como en Austria 2007) Sigue lloviendo, estoy empapado, pero el mismo viento me va secando. Por fin acabo la monótona etapa de bici y entro en boxes. De nuevo rebuscando en la mochila para empezar el largo maratón: la gorra con visera, para el sol o la lluvia. Y acabo de descubrir el primer acierto del día: dejar las zapatillas de correr bajo el neopreno: ¡están secas!. Otra transición de pena, y salgo a correr: son seis vueltas de 7 kilómetros. Primera vuelta: 35 minutos. Segunda y tercera: 36 min/vuelta. Cuarta: 38. Quinta: 37. Sexta: 37. Total 3h40 min. He corrido como siempre he deseado, a ritmo, sin arrastres, a una media de 5min16 seg el kilómetro. Todo pese a la lluvia que ha persistido y nos ha obligado a cruzar una infinidad de charcos. Pies empapados. He comido 6 gels (uno por vuelta), un plátano entero y ¡un sabroso trozo de pizza caliente!... y agua. La soñada entrada en meta me sabe a gloria.
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