Triatló de Banyoles

El día se levantó tímido, y con una luz temblorosa y casi tenue donde las nubes dejaban entrever unos rayos solares muy de tanto en tanto aunque a pesar de ello, cuando podían demostraban que todavía nos encontrábamos en la temporada más calurosa del año y la que los deportistas evitamos más para hacer deport en las horas puntas del día. De todas formas, paracía que iba a ser un buen día para disputar el Triatlón Olímpico de Banyoles con más confort que otros años donde el calor machacaba cualquier mínimo intento de euforia deportiva.

Después de comer casi en horario de desayuno, nuestro magnífico C-3 nos condujo hasta la localidad de Banyoles, donde íbamos a llegar una hora antes del comienzo de la prueba. Tiempo justo para preparar todo el material del que haríamos uso durante la competición y del que siempre parece que te hayas olvidado alguna cosa que vayas a necesitar.

Entro en la zona de boxes con todo preparado, dispuesto a dejar el material en mi localización –silla de madera con propaganda de otras competiciones i rotulado con mi querido número 588 que arrastro felizmente durante toda la temporada- y comienzo a ordenarlo todo de forma que mi llagada a boxes se haga lo más rápido posible. Repaso mentamente de nuevo. Visualización de las transiciones. Compruebo el material. Está todo. Parece que irá todo bien. Decido ponerme la cinta con el dorsal desde el agua: “una cosa menos” –pienso. Gafas y gorra sobre la silla, me descalzo i a caminar hasta la salida. Hablo con los compañero y durante los diez minutos, nos olvidamos de la prueba. Tiempo de abstraerse.


Todo listo y los nervios comienzan a surgir frente al lago. El juez de la prueba nos informa que debido a los cañizares que hay, saldremos desde el interior del lago. Nos da la orden –recordándome al sargento Arensibia- de entrar en el agua y poco a poco lo hago. Una vez dentro siento que la cinta del dorsal la tengo ya a nivel de la cadera. “¡Cachis! Cuando nade esto se me escapa y lo perderé. Decido quitármelo y ponérmelo bajo el maillot cuando de golpe dan la salida. La gente –que nadie se corta un pelo- comienzan a pasarme por encima, jo me hundo mientras me guardo el dorsal. Comienzo a nada en medio de un montón de brazos, cuerpos y piernas.

Burbujas. Burbujas. Sólo veo burbujas y siento golpes y patadas. Saco mi mala leche y comienzo a repartir yo también para hacerme hueco y comenzar mi carrera. A los cinco minutos de lucha un tanto medievalesca, la csa se comienza a esclarecer y ya estoy disfrutanto de un espacio propio aunque demasiado en el interior del lago; “deberé ir hacia la cuerda para evitar hacer más metros” –pienso. No puedo aún. Podré más adelante. A media distancia ya empiezo a sentir que me deslizo sobre el agua. Eso es bueno. Intento recuperar el terreno perdido, pero lo perdido no se puede recuperar tan fácilmente como se pierde. Giro en la boya y hacia la salida, en el último tramo me pasa una chica, y no era de las primeras: “Estoy seguro que esta no ha salido con las otras chicas”. Las chicas salían tres minutos detrás nuestro y no era posible que me pasará en el agua. No había perdido tanto tiempo. O eso creía entonces.

A pesar de todo, salgo del agua en buena posición (65º - 21’45”). Después de 1500m. de natación voy a boxes, corriendo me coloco el dichoso dorsal que tantos me dió anteriormente. Llego. Lanzo gafas y gorro sobre la silla, me pongo los calcetines, gafas de sol, el casco, lo abrocho, cojo la bici y arranco a correr hasta la salida. “Podéis subir a las bicis” –nos informa el juez. Subo e intento ponerme las zapatillas. Se me lía la lengüeta con los calcetines y no entran: “¡Cachis! ¡Otra vez!”. Siento com el bíceps femoral se me carga. Un calambre. Bajo rápido de la bici para sacar las zapatillas de la cala mientras estiro, me pongo las zapatilla y subo de nuevo a la bici. Ahora sí. Arranco definitivamente. Al final compruebo que del agua hasta estar rodando en bici he perdido un total de dos minutos: “¡Demasiado tiempo!”.

El secor del ciclismo, en mi línea. En la primera subida ya me pasa un grupo al que no puedo seguir, en el cual estaba Ernest que me pasó como una bala tirando del mismo: “¿llevo 3km y ya me ha pasado éste? Pues me quedan aún 40...”. Después voy siguiendo algún grupo y lo perdía unos quilómetros después, una y otra vez durante los diferentes toboganes que componían el circuito ciclista. Poco antes de llegar al último puerto, me pilla Nico y Carles, que incluso se me escaparon con el grupo y todo con las primeras rampas. Una vez arriba, un grupo por detrás me condujo de nuevo a su nivel recogiendo a Nico primero y poco después a Carles. En boxes acabamos entrando los tres juntos, y como no, ellos volvieron a hacer la transición mejor que yo y eso que pensé que me había ido mejor... Me lo tendré que corregir. Total que este segmento salió en 1h20’49” y en la posición 194 (“¡buffff!”).


Salgo de boxes con las zapatillas bien puestas –dejando las gafas y sin gorra porque estaba un poco nublado- y comienzo a correr con un paso corto y tranquilo. Son diez quilómetros y se que al final se hacen largos, entro en el circuito y enseguida pillo a Nico, le choco la mano, lo animo y sigo avanzando. Poco después atrapo también a Carles, le encajo de nuevo la mano, también lo animo y adelante. No pienso en Ernest porque hace muchos quilómetros que me ha pasado, pero yo empiezo a tirar hacia adelante en el km1 para avanzar todas las posiciones posibles. “Nadie me ha respetado en bici. Pues ahora yo no voy a respetar a nadie” –pienso con una rabia contenida. Comienzo a pasar a muchos que va a ritmos aproximados de 4’/km o más y pocos son los que van por debajo. Yo creo que estoy corriendo a 3’40”/km lo que quiere decir que estoy avanzando muchas posiciones.

Entre ellos, a media carrera, me encuentra a Francesc Deulofeu, que me pasó en bici antes del quilómetro 15 y ya lo he pasado corriendo. “Estoy corriendo muy bien y muy cómodo”. Sigo fuerte y encaro la segunda vuelta pensando que yo todavía tengo que ir a más porque los otros irán a menos y así lo hago. A mitad de la segunda vuelta, veo a lo lejos a Ernest cada vez más cerca pero todavía muy lejos y yo sigo sin desfallecer a este ritmo, pasando a mucha gente que casi arrastran sus pies mientras yo parezco llevarlos sobre algodones. Al llegar a las eses, veo que tengo a Ernest casi a tocar y apretando mi ritmo (faltaban menos de 2km) me lanzo sobre él. Finalmente a 400 metros de meta lo pillo y a la vez siento como al rebasarlo se le enrrampan las piernas y debe parar. Sigo como una bala hasta la llegada pillando también a la Nuria Padrisa y a la Carme Tort que también me habían dejado en bici. Finalmente, hice un tiempo de 34’41” y haciendo una posición parcial de 52º.


El tiempo final fue de 2h 17’15” y terminé en la posición 98º

Cruzo felizmente la línea de llegada en una de mis mejores triatlones que he hecho nunca, en vísperas de un campeonato de España donde debo refrendar mi rendimiento, mejorando en los problemas que me han ido saliendo durante la misma. Por ahora, todavía tengo cosas que mejorar para ser un mejor triatleta. Hasta la próxima.

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